Después de casi un año navegando de isla en isla por fin volvemos a pisar tierra continental. Llegamos a Sudamérica. Llegamos a Colombia.
La costa del caribe colombiano tiene tres marinas para embarcaciones de recreo (veleros) donde poder hacer el registro de entrada en el país. La marina de Santa Marta es la que se encuentra más al este. Suele ser el punto de entrada para los que llegan de las islas ABC (Bonaire, Curaçao y Aruba). En la parte más al oeste se encuentran la marina del club náutico o la marina del club de pesca de Cartagena de Indias. Y entre medio de las dos, se encuentra la marina de Puerto Velero, una marina nueva y relativamente barata pero alejada de todo, a 30 minutos en coche de Barranquilla, la ciudad más cercana. Es ahí donde hemos decidido pasar 40 días amarrados durante nuestra estancia en Colombia.
Nuestra idea inicial pasaba por dejar el barco en Puerto Velero y recorrer Colombia en autocaravana o furgoneta. Pudiendo viajar y dormir en el mismo vehículo. Ese es nuestro estilo, viajar con la casa a cuestas. Pero tras mucho buscar en Internet, no pudimos encontrar nada que nos sirviera para recorrer Colombia por carretera. No hay tradición camperista en Colombia y no existe ninguna empresa de alquiler de caravanas ni campers.
Al final decidimos parar en Puerto Velero sin tener muy claro lo que íbamos a hacer durante nuestra estancia en Colombia.
A diferencia de todos los países que hemos visitado anteriormente, en Colombia necesitas hacer el zarpe cada vez que sales de Puerto y te diriges a otro puerto, con el consiguiente pago al agente marítimo que se encarga de tramitar todo el papeleo. No es fácil moverse. Según tengo entendido si quieres salir a pasar la noche fondeado también necesitas el zarpe del puerto. Algo bastante incómodo y que debes planificar con un par de días de antelación.
Colombia es tremendamente burocrática, a niveles extremos. Los veleristas deben hacer los mismos trámites que los buques mercantes. Es algo cómico ver a los tres organismos (inmigración, aduanas y autoridad portuaria) sentados en la mesa rellenando papeles y papeles y yo firmando tres copias de cada uno de los papeles. Poco acostumbrado que estoy a coger bolis, tengo que hacer estiramientos en la muñeca cada vez que me toca rellenar formularios en los países. En fin, ganitas tengo de que el mundo entero se digitalice… Aunque visto lo visto por aquí las cosas van muuuuuuy despacio.
La elección de la marina de Puerto Velero fue primero por el precio (es casi 3 veces más económica que la marina de Santa Marta) y segundo porque era la única marina que disponía de piscina, y claro, con dos pececitos a bordo, que haya una piscina en la marina es una variable muy importante a la hora de decidirnos.
La primera semana en Colombia la utilizamos para ubicarnos y conocer Barranquilla, la ciudad más cercana a Puerto Velero. Decidimos alquilar un carro para ir hasta Barranquilla y movernos por la ciudad para realizar las compras que necesitábamos tras una semana navegando. Luego nos dimos cuenta que para los precios de los taxis y las busetas (que no son autobuses ni furgonetas) no valía la pena alquilar coche y lo mejor y más seguro era moverse en transporte público.
La segunda semana decidimos visitar Cartagena de Indias. Alquilamos un apartamento a través de Airbnb en la ciudad amurallada de Cartagena y allí que nos fuimos a pasar 3 días.
Cartagena de Indias me recordó mucho a estar caminando por Sevilla. Casas coloniales, plazas por todos lados, edificios históricos y restaurantes y tiendas cada dos pasos. Al igual que en Sevilla, también se pueden ver bastantes carruajes a caballo por el centro de la ciudad y sobre todo vendedores ambulantes de lo que sea. Agua, refrescos, sombreros, pulseras y las típicas señoras con la fruta en la cabeza para hacerse la típica foto con los turistas. Sin lugar a dudas Cartagena vive del turismo y seguramente sea una de las ciudades más bonitas de todo el caribe.
Aprovechamos para visitar toda la ciudad amurallada de norte a sur y de este a oeste pero la ciudad antigua es realmente pequeña y al final del primer día ya lo teníamos prácticamente todo visto, así que aprovechamos para acercarnos a una pequeña feria de atracciones al otro lado del río para que Sara y Mia pudiesen quitarse el mono de feria. Camas elásticas, trenecitos, barco pirata y entrada al parque por 10 euros. Colombia es muy barato para los europeos al tipo de cambio actual.
Tras los 3 días que estuvimos en Cartagena, regresamos de nuevo a la Marina de Puerto Velero. Allí conocimos a una familia de suecos que acababan de llegar de San Blas en su Velero Nausica e iban camino a Santa Marta para después cruzar todo el Caribe hasta Cuba. Llevábamos direcciones opuestas pero mismo estilo de vida. Ellos viajaban con dos niñas también de edades parecidas a las de Sara y Mia. Volvíamos a tener compañía.
Cenamos juntos varias noches y como ellos tenían que sacar el barco del agua nos hicimos cargo de sus hijas varios días y Maria aprovechó para hacer boatschooling internacional a bordo del Saramia.
Los días iban pasando y nosotros empezábamos a sufrir los problemas de una marina construida sobre una ciénaga. El ataque de los mosquitos era insoportable. El trayecto de 800 metros desde el barco hasta la piscina lo teníamos que hacer corriendo para evitar que los mosquitos nos devorasen. Era realmente insoportable. Por las mañanas, por las tardes y durante la noche. Siempre lleno de mosquitos por todos lados. No era extraño despertarse a mitad noche lleno de picadas y ponerse a buscar al maldito mosquito a las 2 de la madrugada. Sin lugar a dudas lo peor de nuestra estancia en la marina de Puerto Velero.
Como teníamos pensado estar varias semanas en Colombia decidimos realizar un chequeo a Sara. Le cuesta mucho leer y escribir y pensamos que podría tener algún problema con el aprendizaje. Maria localizó a una psicóloga en Barranquilla y decidimos dedicar unas semanas para que le hicieran unas pruebas y ver que resultados nos daban.
Aprovechando que teníamos que pasar por Barranquilla para hacer las pruebas de Sara, decidimos viajar más hacia el norte, hasta Santa Marta y después visitar la Sierra Nevada durante un par de días. Allí estuvimos alojados en un hostal de Minca. Un pequeño pueblo en las laderas de la Sierra Nevada Colombiana.
La Sierra nevada es una auténtica maravilla. Increíblemente verde, con grandes árboles y una gran variedad de aves que las puedes disfrutar asomandote al balcón de la habitación. El hostal disponia de varias hamacas y allí podías tírarte horas y horas contemplando la naturaleza… Si no tuvieses hijas, claro.
A pocos metros del hostal habían varias cascadas donde poder bañarse en el agua fresquita que descendía de la Sierra Nevada. Un auténtico lujo en un paraíso todavía por descubrir.
En nuestro regreso a Puerto Velero hicimos noche en Barranquilla para poder seguir con las sesiones de la psicóloga de Sara.
Nuestra idea inicial era seguir viajando y visitando ciudades de Colombia, Bogotá, Medellín, el eje cafetero, etc… Pero para eso tocaba coger vuelos de una ciudad a otra y no es la mejor forma de conocer un país. Nos gusta disfrutar del camino y desde el aire todo pasa demasiado deprisa. Nos hemos acostumbrado a viajar despacio y a mi personalmente ya no me atrae tanto la idea de moverme en aviones para conocer nuevos países.
Durante nuestra estancia en Puerto Velero hemos tenido muchos momentos de reflexión. Quizá originados por la falta de movimiento. No estábamos mal, pero no es lo mismo estar fondeados en alguna playa paradisíaca con aguas de azul turquesa que estar amarrado en un puerto. Al final llegamos a la conclusión de que no empezamos el viaje para estar tanto tiempo quietos en un sitio. Necesitábamos movernos de nuevo y decidimos que tan pronto tuviésemos los resultados de Sara nos iríamos de Puerto Velero rumbo a la isla de Providencia. A 400 millas al noroeste de donde nos encontrábamos.
Mientras tanto seguíamos con una rutina bastante establecida. Clases por las mañanas a bordo del Saramia y por la tarde piscina. Allí coincidíamos muchas tardes con Sofía del Velero Moyra y Sara y Mia se lo pasaban en grande jugando con ella. Hasta que al final el Velero Moyra decidió poner rumbo a Cartagena. La gente sigue su camino y muchos de nosotros terminaremos encontrándonos en San Blas, como es el caso de Toni del velero Perletico, el que ha sido nuestro vecino de pantalán durante los 40 días que hemos estado en Puerto Velero y con el que hemos aprendido mucho de Colombia y sobre todo de San Blas y Panamá. Da gusto encontrarse con veteranos de navegación que llevan navegando tanto tiempo alejados de su zona de confort para vivir la vida en otra zona de confort totalmente distinta.
Unos días después, tras dos sesiones más de psicólogo y varios viajes a Barranquilla por fin tuvimos los resultados de Sara. Era momento de zarpar y seguir navegando por el mundo.
Pero antes tocaba pasar la noche de Halloween en Barranquilla, ese era el trato con Sara y Mia, pasaríamos nuestra ultima noche en Colombia Continental en un Centro Comercial de Barranquilla. Es lo que ellas querían y así lo hicimos.
El 1 de Noviembre por la mañana pusimos rumbo a la Isla de Providencia, a 400 millas náuticas al noroeste de Puerto velero.