Casi tres años han pasado desde que vendimos nuestro velero Saramia y casi un año desde que salimos de nuestra casa para comenzar nuestra nueva vida.

No lo voy a negar. Han sido tres años muy difíciles. De muchas dudas. De muchos proyectos frustrados. Parecía como si el destino nos quisiera decir algo.

Hemos puesto sobre la mesa proyectos para restaurar una casa en ruinas que la oficina técnica de Ontinyent se ha encargado de tumbar. Nos ilusionamos con construir nuestra futura casa en uno de los lugares mas espectaculares del mundo, pero esto no hubiese desbloqueado nuestro bloqueo a corto plazo.

Nos planteamos restaurar un autobús y viajar por toda Europa e incluso llevarlo a Sudamerica al más puro estilo Meraki.

Y otras muchas opciones locas que para muchos serían difíciles de creer.

Somos una familia fuera de lo común. Quizá sea yo el que se sienta más a gusto fuera de la zona de confort. O quizá mi zona de confort sea no vivir una vida cíclica donde lo ocurrido un año sea lo mismo que va a ocurrir el año siguiente y el siguiente… Y está forma de pensar ha ido poco a poco contaminando los pensamientos de Maria hasta tal punto que los últimos meses ha sido ella la que mas ha empujado a iniciar este nuevo proyecto.

Somos una familia de Mar. Nos encanta vivir en el barco, nos gusta movernos en barco y nos gusta la comodidad del barco. Tenemos mucho respeto al mar y hemos visto y escuchado historias que a muchos les frenaría seguir adelante, pero aquí estamos. La vida en el mar tiene algo que engancha.

Posiblemente hayamos visto diez veleros de forma presencial y miles online en los últimos dos años.

Nos hemos planteado cruzar los canales de Europa y llegar hasta holanda para después dar el salto a los países escandinavos. Para este proyecto fuimos a visitar 3 magnificos veleros de quilla corta para poder navegar los principales ríos y canales de Europa.

Un proyecto que a mi personalmente me ilusionaba mucho y que a Maria poco a poco también le fue ilusionando.

La idea era salir en Junio de España y navegar hasta la costa sur de Francia para desarbolar el palo del velero en la entrada del Rodano y navegar rio arriba hasta llegar a Lion y seguir por los canales de Francia hasta Paris y pasar el invierno en nuestro velero en Paris para seguir navegando por los canales y descender el Rin hasta llegar al Mar del Norte y desde ahí navegar por Dinamarca, Suecia y Noruega.

Mapa de los canales y ríos navegables de Europa.

Pero en el fondo lo que los dos queríamos era seguir navegando por el Caribe y cruzar el canal de Panamá y dar el salto al Pacifico Sur y todas la maravillosas islas de la Polinesia Francesa y resto de países hasta llegar a Australia.

Ese era nuestro plan inicial si no nos hubiese golpeado la Pandemia y no hubiese llegado a nuestras vidas el pequeño Erik. Quizá, gracias a Erik, me encuentro ahora en Antigua escribiendo estas lineas y quizá el destino nos ha ido llevando a nuestro sitio.

Me gusta mucho esta imagen de Tim Urban porque representa muy bien nuestra situación.

Si la Oficina Técnica de Ontinyent no nos hubiese puesto problemas a nuestro proyecto de restaurar una finca en Ontinyent, nuestra linea verde sería otra y posiblemente no hubiésemos vuelto nunca al mar. O si Andi hubiese aceptado nuestra oferta por su Reinke S10 estaríamos ahora a punto de zarpar hacia los canales de Europa. O si el propietario del velero de Menorca hubiese aceptado nuestra oferta estaríamos a bordo de un Morgan 462. Y así muchos mas, incluso nos ilusionamos con un modelo idéntico al Saramia que estaba listo para zarpar, pero tampoco aceptaron nuestra oferta.

El Reinke de Andi.
El Reinke S10 de Andi en el Náutico de Valencia
Morgan 462 en Menorca. Fuimos toda la familia a verlo. Pero al final no pudo ser.

El destino nos ha ido llevando de puerto en puerto en busca de nuestra futura casa flotante para los próximos años.

Nuestra idea original tras vender el Saramia siempre ha sido embarcar en un catamarán. Esa ha sido nuestra ilusión. Quizá mas la ilusión de Maria que mía, por la comodidad de vivir en un salón con terraza y no en un sótano con balcón. Falta por ver si yo me acostumbro a la navegación del catamarán.

La pandemia junto con la inflación ha conseguido que todo el mundo se eche a la mar y los precios de los veleros no hayan parado de subir en los últimos dos años. Especialmente el precio de los catamaranes.

Todo lo que nos gustaba era caro y todo lo que era barato estaba demasiado mal para nuestro proyecto.

Así nos hemos pasado los últimos 2 años. Unos meses mas activos que otros, pero siempre con un ojo puesto en todos los puertos de Europa y del Caribe por si surgía nuestra próxima oportunidad.

Hasta que esa oportunidad llego hace tan solo dos semanas. Un Catamarán que en el propio anuncio ya nos decía el broker que estaba falto de cariño.

¿Pero a que se refería con un poco de falta de cariño? Yo ya sabía a que se refería. He visto muchos barcos para saber quien quiere a sus hijos y quien no. No lo dudé y le hice una oferta a la baja desde España y si me la aceptaban me iba para allá. Dos días después ya tenía el billete listo para Antigua.

Y aquí estoy sentado en lo que va a ser nuestra casa para los próximos años. Ilusionado, estresado y ansioso a la vez. Por supuesto, con muchísimas dudas, pero con la certeza de que las lineas de nuestras decisiones en la vida se van reduciendo y marcando en verde oscuro nuestro futuro. Acabamos de desbloquear nuestro bloqueo de casi tres años.

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2 comments
  1. Me alegra mucho que empecéis de nuevo a navegar, os sigo desde hace mucho tiempo. Nos vemos en los mares. Buena proa y buenos vientos., Daniel Tribaldos.

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