Desde que llegamos al Caribe, uno de nuestros objetivos era que Sara y Mía estuvieran unos días (o semanas) en algún colegio de alguna isla del caribe.
Ese era uno de nuestros objetivos, pero lo hemos ido aplazando principalmente porque lo que más nos interesaba era seguir visitando lugares, descubriendo nuevos países y sobre todo conociendo gente nueva.
Pero tras tomar la decisión de que nuestro destino durante la temporada de huracanes sería el sur del caribe y no el norte de EEUU, el ritmo de nuestra travesía se ralentizó y pudimos tomarnos el viaje con mucha más calma.
Desde St Martin empezamos nuestro rumbo sur y desandamos todo lo que habíamos andado.
Decidimos seguir una ruta un poco diferente a la que habíamos seguido al subir al norte y empezamos a buscar en Google escuelas donde poder escolarizar a Sara y a Mía.
Evidentemente no es sencillo escolarizar a una niña en mitad del año escolar en un colegio público. Demasiado papeleo para solo unos días que iban a estar en el cole. Por eso decidimos buscar colegios privados donde los requisitos suelen ser menores a la hora de aceptar a nuevos alumnos.
En el caribe no existen muchas escuelas privadas. O por lo menos nosotros no las hemos encontrado. Así que decidimos buscar escuelas Montessori. Encontramos varias escuelas pero más que escuelas eran guarderías donde la edad máxima permitida era hasta 6 años. Y Sara estaba a punto de cumplir 7 años.
Después de mucho buscar encontramos una escuela Montessori en la isla de Nevis, la cual nos venía de paso en nuestra ruta hacia el sur para pasar la temporada de huracanes en verano.
Les enviamos varios emails a través del formulario de contacto de su página web pero no recibimos ninguna respuesta. No nos importó. Como nuestro nuevo rumbo era sur decidimos pasarnos a conocer la isla de Nevis y de paso nos acercaríamos por la escuela Montessori a ver si nos aceptaban a Sara y a Mía.
Nevis es una isla volcánica perteneciente al país St Kitts & Nevis. Es una isla pequeña, de tan sólo 93 km2 y su capital, Charlestown, es del tamaño de un pueblo en España. En Nevis sólo hay 11.000 habitantes.
Llegamos al fondeo de Nevis el domingo 17 de Marzo por la tarde tras una travesía la cual hicimos gran parte a motor y con olas en contra desde St Estatius, el país vecino al oeste de St Kitts and Nevis.
Para quien no se ponga en situación, hay que recordar que todo lo que se navega de este a oeste en el caribe es puro placer, pero si por algún motivo tienes que navegar del Oeste al este debes estar preparado para buenos rociones y navegaciones en ceñida para poder ganar barlovento, vamos, lo que se dice comerse un buen maretón y navegar bien escoraditos.
Aclarado este punto. Llegamos a Nevis tras haber recorrido 70 millas desde St Martin y con la tripulación femenina totalmente exhausta y durmiendo después de todos los pantocazos que tuvimos que soportar y vientos superiores a los 30 nudos en contra. Vamos, puro placer.
Echamos el ancla lo más cerca que pudimos de la capital. Aún así, estábamos a una milla del muelle para los dinghies, ya que en la bahía cercana a la capital, no se puede fondear.
Esa tarde no hicimos nada. Solo bajamos con el dinghy a la playa y nos relajamos un poco tras la travesía contra las olas que acababamos de tener.
En teoría debíamos haber hecho el registro de entrada en el país el domingo por la tarde (y pagar el suplemento extra por realizar la entrada en fin de semana). Pero tras varios meses navegando en el Caribe, ya nos vamos acostumbrando a su ritmo y nos lo tomamos todo con mucha más calma. El lunes haríamos la entrada en el país.
El lunes por la mañana los 4 nos despertamos hiperilusionados. Sara y Mía por fin iban a visitar un nuevo cole y nosotros por fin podríamos disponer de 8 horas al día para nosotros solos. Después de 6 meses navegando por el mundo ya teníamos ganas de perderlas de vista unas horas al día.
El lunes a las 8 de la mañana hicimos los correspondientes trámites de Inmigración, Aduanas y Autoridad Portuaria en las oficinas del Puerto e inmediatamente después nos dirigimos a conocer la escuela Montessori de Nevis.
La escuela se encontraba a las afueras de la ciudad, pero no nos importo recorrer casi dos kilómetros porque la emoción nos llevaba volando. Nos faltaba ir cantando y dando saltitos como Dorothy en el mago de Oz.
Al llegar a la escuela entramos tímidamente pero enseguida nos vio una profesora y nos invitó a pasar. La profesora nos trató tan bien que parecía que nos estaban esperando. Cuando vieron a Sara y a Mía enseguida comprendieron cuales eran nuestras intenciones.
Tras enseñarnos la escuela y dejar a Sara y a Mía jugando en un aula nos fuimos a hablar con la directora del centro. Una mujer muy amable que sin dudarlo nos dijo que sin problema podíamos dejar a Sara y a Mía en la escuela el tiempo que quisiéramos. Nuestra cara era de felicidad absoluta. Lo conseguimos!! Por fin cumpliríamos uno de los objetivos de nuestro viaje. Escolarizar a Sara y a Mía en una escuela totalmente diferente a lo que están acostumbradas en España.
Sara y Mía salieron encantadas del cole. En principio las apuntamos para una semana, pero con intención de que fueran dos si ellas estaban a gusto en la escuela. El día siguiente empezaban.
Martes 19 de Marzo. Primer día de cole! Volvíamos a tener una rutina autoimpuesta. Volvíamos a poner el despertador, aunque no lo llegamos a usar en toda la semana porque a las seis de la mañana estamos todos en pie, pero bueno, por si las moscas. Volvíamos a preparar desayunos y comidas para el cole. Y volvíamos a llevarlas al cole!! Pero en vez de ir en coche y sufriendo atascos, fuimos en dinghy, viendo tortugas y contando estrellas de mar. Todo un lujo!
Una vez llegabamos al pantalan para dejar nuestro dinghy, que estaba junto al muelle de pesca, también teníamos nuestra propia rutina. Sara y Mía viendo lo que iban pescando los pescadores locales y nosotros amarrando el dinghy y dando prisas para que no llegarán tarde. Un taxista nos esperaba en la parada de taxis para hacer los dos kilómetros de subida hasta el cole. La vuelta la hacíamos por nuestra cuenta a pie.
Todos los días era lo mismo. Volvíamos a tener una rutina. Aunque un poco distinta a la rutina terrícola, pero una rutina al fin y al cabo y la verdad es que era de agradecer para los cuatro.
No teníamos dudas que tanto Sara y Mia iban a ir encantadas al cole. El único inconveniente era que en el colegio la lengua principal era el inglés. Los primeros días se dedicaron a jugar y poco se comunicaban con los demás niños. Hacían los ejercicios que mandaban en clase y cumplían con todo lo que los profesores decía. Pero el idioma era un handicap.
Pensábamos que conviviendo con niños ingleses terminarían hablando ingles en dos semanas, pero nada más lejos de la realidad, pasaban los días y no veíamos qué se soltasen hablando inglés.
A Mía la veiamos mas suelta que a Sara. Mia incluso nos sorprendía de vez en cuando con alguna palabra en ingles mientras estábamos en el barco. Como algo natural, como se debe aprender un segundo idioma.
Sin embargo a Sara se le atragantó el ingles y a mitad de la segunda semana ya la veíamos que no lo estaba pasando bien en la escuela. Los demás compañeros no la entendían y eso le provocaba impotencia que en algún momento se traducía en agresividad hacia su hermana. De hecho, el día antes de terminar las dos semanas, nos dijo que ella ya no quería ir más a ese colegio. Al final la logramos convencer para que terminará los dos días que faltaban, pero creo que a Sara con una semana hubiese sido suficiente. La experiencia la dejó con un mal sabor de boca.
En la escuela estaba Alonso, un niño Mexicano de 11 años que era el único que las entendía y en caso de emergencia podía hacer de traductor con las profesoras.
Con Alonso y con su madre Cristi pasamos el sábado recorriendo la isla de Nevis. Nos invitaron a visitar todos los lugares turísticos de la isla con su coche y comimos juntos en uno de los muchos hoteles de la isla. Fue un gran día y otra nueva oportunidad para conocer el país de la mano de alguien que lleva viviendo allí varios años.
La segunda semana ya ni siquiera bajábamos caminando de la escuela. Las madres de los demás alumnos de la escuela se ofrecían para bajarnos hasta el puerto de Charlestown en sus coches. A todos les encantaba nuestra historia y nuestro estilo de vida. Hasta invitamos a visitar el barco a alguna familia de los alumnos del colegio.
Fueron dos semanas fantásticas en las que disfrutamos mucho de la isla de Nevis y de sus hoteles. Incluso nos bañamos en un par de ocasiones en las piscinas del Four Seasons, un hotelazo de lujo que teníamos justo en frente del fondeo. Hasta que nos pillaron que no éramos del hotel y nos dijeron que debíamos pagar 500 dólares por los cuatro para poder utilizar sus instalaciones… Así que mejor nos bañamos en la playa! Pero fue bonito mientras duró.
El día 2 de Abril a primera hora de la mañana levamos ancla y pusimos rumbo este a la isla de Guadalupe, tocaba ir contra las olas y en ceñida en una de las peores travesías que hemos tenido en el caribe.