La educación de Sara y Mia siempre ha estado muy presente en nuestro día a día desde que salimos de España. No hablo de la educación reglada de las escuelas. Hablo de la otra educación que se enseña dentro de las familias. Los valores, los principios, ese tipo de educación que no es tarea de las escuelas. Porque los principios y los valores dependen de cada familia y se van formando y adaptando a las personas con el paso del tiempo.
La educación reglada, lo que son los conocimientos que debe adquirir un niño, desde mi punto de vista, es un concepto demasiado amplio, algo totalmente objetivo y que varía bastante del lugar de nacimiento. No recibirá los mismos conocimientos un niño nacido en Valencia que un niño nacido en San Blas. Las asignaturas no son las mismas y los niveles de conocimiento por edades varían dependiendo de cada país.
Es evidente que si has nacido en España la educación de nuestras hijas esta determinada por lo que marca el sistema. Un sistema en el que el alumno no tiene ni voz ni voto. Si has nacido en Valencia y vas a un colegio religioso tendrás entre otras asignaturas el valenciano y la religión. Sólo desplazandote varias decenas de kilómetros dentro de España ya no tendrás Valenciano y dependiendo de si la escuela es laica o no, tendrás la asignatura de religión o no. Si dentro de España ya hay diferentes sistemas, una vez sales de España te das cuenta de la variedad de conocimientos que se enseñan a los niños a lo largo del mundo.
Unos conocimientos que varían dependiendo de los países y las edades. En un país se enseña a leer a la edad de 5 años, en otros hasta los 7 no se abre ningún libro y creo que en Finlandia es todavía más tarde. También depende del tipo de escuela, si es pública, privada o Montessori. Los conocimientos que se van adquiriendo son diferentes de una a otra escuela.
Partiendo de la base de que cada Ministerio de Educación de cada país siempre quiere la mejor educación para sus ciudadanos. Nosotros en estos 20 meses de viaje por el mundo nos hemos considerado un país independiente a la hora de aportar conocimientos a nuestras hijas y Maria ha sido la mejor ministra de educación del Saramia.
Evidentemente hemos seguido las líneas del sistema español porque no olvidemos que Sara y Mia siempre han estado matriculadas en la escuela de España, aunque no asistían a clase. Pero no hemos seguido el sistema español con la misma dedicación que lo han hecho las compañeras de Sara y de Mia en España. Hemos puesto por encima la educación en valores y el conocimiento que el momento o el país en el que nos encontrabamos pudiesen aportar a Sara y a Mia. Esa ha sido siempre nuestra primera norma.
En la isla de Nevis escolarizamos a Sara y a Mia en una escuela Montessori. Con alumnos de diferentes nacionalidades y de diferentes edades. Nuestro objetivo apuntándolas a dicha escuela no era que adquiriesen conocimientos de lecto-escritura o de matemáticas. Nuestro objetivo fue que abriesen su mente a otro estilo de educación diferente, la educación Montessori, y a otra forma de comunicación con el resto de alumnos de la clase, el inglés.
El objetivo en San Blas fue que tuviesen contacto con una realidad totalmente distinta a la que tienen en España. Que fuesen conscientes de la diferencia en recursos que existen entre un país como España y una comunidad indígena como Guna Yala.
Sara y Mia se tomaron el comienzo del cole en San Blas con muchísima ilusión. Tenían muchas amistades en la escuela porque habían estado relacionándose con niños de su misma edad siempre que fondeábamos en Cambombia. Las tres familias que viven en Cambombia durante el verano son todas de Río Sidra.
Desde el primer día que llegamos a Cambombia siempre bromeabamos diciendo que Sara y Mia terminarían apuntándose a la escuela de Río Sidra. Y con el tiempo, las propias madres de sus amigas fueron las que nos decían que no habría problema si ellas querían ir a la escuela de Río Sidra. A mitad de febrero ya lo teníamos claro. Sara y Mia empezarían el año escolar en la escuela pública de la isla de Río Sidra. Una pequeña comunidad indígena en una pequeña isla de la comarca Guna Yala.
El viernes antes de que comenzara la escuela nos encontrábamos fondeados en la isla de Cambombia. Nos habíamos ofrecido a llevar navegando a las familias en nuestro barco hasta la isla de Río Sidra. Al principio se lo ofrecimos a la familia de Hernan, pero las otras dos familias de la isla se enteraron de que íbamos a navegar hasta Río Sidra y se fueron apuntando. Primero 5, luego 10, luego 15, luego 20. Madre mía, no íbamos a caber todos en el barco. Menuda locura. Le dije a Edu del Mola Mola si se apuntaba a llevar a unos cuantos. Pero como tenían a unos amigos de España abordo de su velero durante esas fechas nos dijeron que no podían.
Al final, solo la mujer de Hernan, sus dos hijas y otras niñas más de las otras dos familias se apuntaron a la travesía de una hora desde Cambombia hasta Río Sidra. Ahh! Y la perra también se apuntó al viaje. En total unas 12 personas a bordo del Saramia.
Cuando llegamos a Río Sidra y echamos el ancla. La mitad de la comunidad estaba observando desde la distancia nuestros movimientos. Se había corrido la voz de que íbamos para allá y muchos nos estaban esperando.
Como el dinghy no lo teníamos operativo, poco a poco fuimos bajando a todos los invitados hasta la isla con nuestro kayak. Para ser nosotros 4 los últimos en bajar.
Una vez en tierra fuimos a conocer la isla y al Sheila de la tribu para presentarnos y explicarle que nuestra intención era escolarizar a Sara y a Mia en su escuela. El jefe de la comunidad tras charlar un rato con Jacinto, nuestro anfitrión en la isla, nos dijo que no había problema. Que fuésemos a hablar con la directora de la escuela para que estuviese al corriente y que el lunes podían comenzar las clases.
Esa misma tarde nos dejaron el uniforme para Sara y Mia. La familia de Hernan nos dejó el uniforme para Sara y la familia de Nerio nos dejó el uniforme para Mia. En las escuelas de la comarca de Guna Yala se puede ir a la escuela con el uniforme blanco o se puede ir con el traje tradicional Guna, así que decidimos hacerles un traje tradicional tanto a Sara como a Mia para que si querían fuesen a clase con el traje tradicional. Por ellas encantadas.
El lunes por la mañana casi fuimos los primeros en llegar a la escuela. Nos dijeron que antes de entrar a clase la directora daba un discurso en el exterior de la escuela y se presentaban a todos los profesores. Poco a poco fueron llegando todos los alumnos y padres para escuchar el discurso de la directora. Un discurso que duro más de una hora y en el que algún niño estuvo a punto de caer desmayado. Sara y Mia entre ellos.
Después entraron todos a clase con sus nuevos profesores. Sara estaba ilusionada, Mia un poco nerviosa pero también ilusionada. Allí estuvieron casi una hora en su primer día de clase en la escuela Guna Yala.
Por la tarde ya estaban totalmente integradas en la comunidad y jugaban con el resto de niños como si se conociesen de toda la vida. Es lo bueno de los niños.
Al día siguiente Mia fue al cole solo la mitad de la mañana. Seguramente había cogido algún virus de estómago. Solo pudo regresar a la escuela el último día de la semana.
Como era normal, el Saramia se convirtió en la atracción de Rio Sidra durante la semana que estuvimos fondeados en frente de su comunidad. Los niños se lanzaban al agua con lo que tenían a mano, flotadores que no llegaban a flotar, canoas sin remos, troncos, lo que fuese con tal de subir a bordo del barco.
En mas de una ocasión me tocó ir remando con nuestro kayak para rescatar a varios críos que se alejaban con la corriente. ¿Asustados? para nada! No paraban de reírse mientras se alejaban con la corriente! ¿Algún adulto de la comunidad vigilando a sus hijos? ¡Ninguno!. Siempre se dice que los niños occidentales están sobreprotegidos. Estos están en el polo opuesto. En el centro está la virtud.
Un día también se acerco remando con su Ulu la familia de su amigo Ulises. Uno de sus amigos de la isla de Cambombia. Invitamos pasar a toda la familia a bordo y nos hicimos las fotos de rigor.
Sara si que pudo ir al cole todos los días de la semana. Iba encantada, tenía su grupito de amigas y se lo pasaba en grande. Nosotros ibamos a la hora del recreo a llevarle el almuerzo y a estar por la comunidad. La escuela no es un lugar cerrado donde a las 9 se cierran las puertas, no. Si quieres puedes entrar y estar dentro de la escuela esperando, es una zona mas dentro de la comunidad.
La primera semana de Marzo ya habían carteles dentro de la escuela para concienciar a las familias de la comunidad sobre el riesgo de infección del COVID-19. Se podía encontrar un gel hidroalcoholico a la entrada de la escuela. Todavía no éramos conscientes de lo mucho que iba a cambiar el mundo y nuestras vidas durante las próximas semanas.
El viernes nos despedimos de los profesores y los alumnos hasta que regresásemos a la Comarca Guna Yala. Nuestra idea era volar a España el 23 de Marzo para regresar a Panamá a finales de Septiembre y seguir escolarizando a Sara y a Mia en la escuela de Rio Sidra. Pero todo esto forma parte del futuro que nunca existió.